La osteoartritis, también llamada osteoartrosis, es la forma más común de artritis. Con el rápido envejecimiento de la población, la prevalencia mundial de la osteoartritis es aproximadamente de un 10 % y se calcula que más del 50 % de los mayores de 50 años la padecen. En los países más desarrollados, la osteoartritis se ha convertido en un importante problema de salud pública.
En las personas sanas, las articulaciones están cubiertas por una capa de cartílago que amortigua y protege los huesos contra el desgaste (véase la ilustración). Además, las articulaciones se lubrican con líquido sinovial, que ayuda a reducir la fricción durante el movimiento. En la osteoartritis, el cartílago se estrecha y acaba por desgastarse, provocando dolor al rozar los huesos entre sí. La inflamación suele acompañar a la ruptura del cartílago y contribuye al dolor y la discapacidad. En etapas tempranas de la enfermedad se produce un aumento de la reparación y la síntesis de la matriz mientras los osteofitos, o espolones óseos, estabilizan la articulación para evitar una inestabilidad perjudicial. En etapas posteriores de la enfermedad, la mayoría de las estructuras articulares se ven afectadas por cambios patológicos irreversibles y la osteoartritis se puede describir mejor como una fallo total de la articulación. Por estas razones, la osteoartritis es una enfermedad que afecta a todas las estructuras articulares de la articulación completa.
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